Entre los países mediterráneos, las disparidades existentes a nivel de desarrollo se reproducen también en el ámbito de las nuevas tecnologías. De forma general, la falta de recursos humanos, los entornos desfavorecedores y el retraso en el desarrollo de infraestructuras, restringen la capacidad de los países árabes para capitalizar la revolución de las Tecnologías de la Información y Comunicación. Las sociedades y economías árabes se enfrentan al reto de adaptarse rápidamente a un medio tecnológico en permanente cambio y evolución, y de explotar las nuevas herramientas existentes al tiempo que se respeta su integridad cultural.
Así, la adopción y acceso a nuevas tecnologías aún difiere mucho de ser el adecuado.
Según el informe de desarrollo humano en la región árabe, en 2002 solo un 0,6% de la población de la región del Magreb utilizaba internet y el índice de la irrupción de los ordenadores personales era de solo un 1,2%. Además, de forma general, la inversión en I+D no excedía el 0,5% del PNV, muy por bajo de la media mundial.
Los indicadores que influyen directamente en el ámbito digital son la persistencia de importantes bolsas de analfabetismo, los inadecuados niveles de educación, la composición por edad de la población, los problemas del idioma, la falta de formación permanente y programas específicos de educación de adultos, así como la presencia de entornos no propicios —los aspectos culturales relativos al género, por ejemplo—, y de forma especial, la falta de recursos humanos en cuanto a la capacidad técnica de desarrollar y emplear las TIC.
Además, la incidencia digital no afecta únicamente a los diferentes países, sino que también marca una fractura en el seno de cada uno de ellos. Los abismos de la información reproducen fracturas socioeconómicas, especialmente con respecto a las disparidades de ingresos y educación, que separan dentro de un mismo país a las élites bien conectadas de los más desfavorecidos, que permanecen desvinculados del acceso y uso de la información.
En los últimos años algunos países árabes han reajustado los currículos educativos para incluir programas de aprendizaje dirigidos al conocimiento de las TIC. No obstante, se observa que, generalmente, en materia de nuevas tecnologías, se otorga mucha más relevancia a su aplicación en la educación superior con el objetivo de promover la producción científica. En este sentido, apostar por una extensión de las TIC a la educación básica, aunque residual, podría ser mucho efectiva y generar nuevos modelos de aprendizaje mucho más dinámicos y eficaces.